Esta pequeña ruta se encuentra al sur de la provincia de
Salamanca, lindando ya con Las Hurdes del norte de Cáceres y formando parte del
Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia, declarado así además de por
su fauna y flora, por su belleza paisajística.
Adentrarse en este Valle, utilizado por los Carmelitas
Descalzos desde el siglo XVI para su vida monástica, es hacerlo en un paraíso
perdido de magia y misterio. Ya en la Prehistoria estaba habitado, como nos
demuestran las pinturas.
El camino parte al pie del monasterio por una estrecha vereda
que recorre los muros del convento y discurre sobre el entramado de raíces de
los árboles que flanquean el cauce del río Batuecas entre los que se encuentran
el Tejo del Convento, árbol singular de Extremadura, y un eucalipto centenario.
Solamente está señalizado el recorrido hasta las dos primeros abrigos de las
pinturas rupestres. A partir del Canchal del Zarzalón hay que seguir los hitos
o montoncitos de piedras que hay a lo largo del camino.
Pasado los límites del monasterio nos adentramos en una zona
de vegetación espesa y pasando varios canchales y siempre siguiendo el curso
del río, llegamos a la desviación que nos lleva a las pinturas rupestres “las
cabras pintás” a 150 metros y más adelante a la desviación del Canchal del
Zarzalón situado en una enorme formación rocosa al que se llega tras una ligera
pendiente. Un cartel informativo nos ayuda a ver las pinturas rupestres, muy
deterioradas.
A partir de aquí el camino no está señalizado y bordea esta escarpada
montaña por la parte izquierda, siempre
con las denominadas “catedrales” en frente, formando parte de un espléndido
paisaje pétreo, hasta bajar nuevamente a confluir con el riachuelo y pasando por
una zona de umbría en la que el musgo tapiza las cortezas de los árboles
creando una atractiva atmósfera.
Cruzamos el arroyo y comienza la parte más dura del
recorrido, a través de un empinado camino zigzagueante entre un bosque de
piedras y musgo pero compensado por el espectacular paisaje que se obtiene de
la exuberante vegetación y los paredones rocosos. Continuando entre senderos de
roca y piedra y pasando por multitud de alcornocales, fresnos, encinas y alisos llegamos al Chorro, cuya recóndita e
inaccesible situación le confiere esa belleza y tranquilidad.
El recorrido son 5,5 kilómetros desde el aparcamiento y hemos
tardado 2 horas y 30 minutos. La vuelta la hicimos en 2horas y 10 minutos.
Porque nos pilla un poco lejos desde Zaragoza, que sí no, ya estaríamos pensando en cuándo hacer esta hermosa ruta que tan bien describes. Saludos viajeros.
ResponderEliminarUn paisaje de ensueño. Las raíces expuestas de los árboles simulan un sendero poblado de serpientes. Muy hermosas las fotos. Gracias por tan ameno relato
ResponderEliminar¡Que ruta más bonita! El paisaje es increíble, da la sensación de ser una caminata muy grata y placentera.
ResponderEliminarGracias por pasaros por aquí! Es una ruta en un paraje natural muy bonito.
ResponderEliminarUn abrazo.