Es un pueblo de veraneo de la costa francesa. Habíamos oído hablar
mucho de él, sobre todo a los autocaravanistas que viven cerca de la frontera.
Está situado en el departamento de los Pirineos Atlánticos y aprovechando un intento
fallido de esquí en la Mongi debido a la baja de uno de los componentes del
grupo, pasamos a dar una vuelta por él. Se encuentra entre Biarritz (17 km) y Hendaya (15
km) y a 13
km. de la frontera de España por la que teníamos que pasar de vuelta a casa.
Sus principales atractivos turísticos son
sus playas y sus famosas calles comerciales. El puerto pesquero y su actividad en la pesca de la ballena y bacalao hizo rica a la ciudad.
Dejamos la autocaravana en el área que se encuentra muy cerca del puerto y como la estancia fué imprevista, no sabíamos nada de la ciudad, así es que nos pusimos a caminar hacia el centro pero sin un rumbo fijo. Con esta forma de ver las ciudades corres el riesgo de perderte lo verdaderamente interesante pero tienes el aliciente de la sorpresa.
Estuvimos por sus calles más céntricas y visitamos la
Iglesia de San Juan Bautista
, patrón de la ciudad, que fué construida sobre las ruinas de
otra iglesia. Sufrió continuos incendios por las invasiones
españolas. Su interior nos
llamó la atención por estar rodeado de una galería
de madera, luego supimos que es
típico de las iglesias vasco-francesas. Su mayor valor es el retablo con sus estatuas de
madera dorada. De la parte central del
techo cuelga un barco de madera, recordando lo unida que estaba la ciudad a la
actividad marítima. En ella celebraron su boda en 1660, Luis XIV (el rey Sol) y
la Infanta María Teresa de Austria. Como curiosidad, resaltar que la puerta por
la que entraron se tapió años más tarde y no al terminar la ceremonia, como
indica la placa que hay en el exterior.
Paseamos
por la turística plaza de Luis XIV, en el centro de la ciudad y por el paseo
marítimo, cuya originalidad reside en el acceso, a través de puentes o pasarelas, a las
casas allí existentes, con variadas y ricas barandillas de forja. Desde el
paseo unos grandes ventanales te permiten ver el interior de un spa con gente bañándose en el interior de su piscina.
Estuvimos
en el puerto pesquero, antaño refugio de pescadores y contemplamos
las pintorescas y coloridas embarcaciones ,con sus reflejos en el agua y nos
damos cuenta, que desde aquí, se puede ver la auto que dejamos aparcada en el Area de autocaravanas. Nos vamos para allá con la intención de acercarnos a Ondarríbia o Fuenterrabía, en castellano.
Qué pueblo tan bonito. Tiene un toque muy vasco. Genial!
ResponderEliminarSí, está en la costa vasca y es un sitio muy visitado por los españoles.
EliminarGracias por pasarte a comentar.