El Cañón del Rio Lobos, declarado Parque
Natural en 1985, es un desfiladero que desde Burgos hasta Soria separa las
estribaciones de la Cordillera Ibérica y la Alta Meseta del Duero. Es una
garganta en un enclave precioso y con un patrimonio de gran valor tanto
biológico como cultural. En él encontramos una ermita vinculada a la era de los
Templarios.
Disfrutamos mucho descubriendo su paisaje, caminando por sus
divertidos senderos y cruzando por pontones, piedras y tablones tantísimas
veces su río.
El recorrido lo hicimos en el mismo sentido que el curso del rio. El autobús nos dejó en Hontoria del Pinar, un pueblo burgalés situado en la comarca de la Sierra de la Demanda y allí comenzamos la ruta. Haciendo un recorrido por este pueblo cuyo nombre significa Fuente de Oro, pasamos por la iglesia parroquial “La Asunción de Nuestra Señora”
y por la
Picota donde se ajusticiaba a los reos, con un capitel corintio
invertido.
Tiene
un puente romano sobre el río Lobos, por el que pasaba una antigua calzada
romana pero que no vimos. Nosotros cruzamos por otro puente con la ermita de San
Juan de fondo, que nos llevó directamente a un área de autocaravanas y
aparcamiento.
Aquí
se encuentran los carteles indicativos
del Parque Natural del Cañón de Río
Lobos con unas normas básicas, entre ellas la necesidad de una autorización
para grupos superiores a 20 personas entre el 1 de Enero y el 15 de Julio, para
transitar por varias zonas de reserva.
Comenzamos la ruta de 24 kilómetros por este sendero que separa Hontoria del Pinar de la localidad soriana de Ucero. Seguimos el curso del rio por este valle que ha dejado con su continua erosión y a lo largo de él, disfrutamos de este cañón de grandes paredes verticales que se han formado por el hundimiento del cauce debido a la cesión de grutas subterráneas de piedra caliza.
En el
camino, vemos a nuestra izquierda un ejemplo de chozo resinero que es una
construcción sencilla de palos o madera de pino para refugio y lugar de
descanso de los resineros. Era un oficio muy habitual en el siglo pasado que
consiste en extraer y tratar la resina de los pinos para producir barnices y
pinturas.
A los
5 kilómetros cruzamos el rio y entramos en una zona de reserva llamada El
Apretadero, en la que hay que tener especial precaución de no alterar la
tranquilidad en época de anidación de las aves.
Continuando por divertidos senderos cruzamos varias veces
el río y vemos varias Raideras: son afloramientos de agua, provenientes de la
lluvia, que son absorbidas hacia el interior de la meseta calcárea y brotan en
época de lluvias.
Las
rocas presentan curiosas formaciones horadadas por el rio y en
algunos tramos éste desaparece, dejando un lecho de piedras, para volver a
aparecer unos metros o kilómetros más adelante.
Continuamos el paseo rodeados de vegetación y abruptas paredes verticales.
Pasamos
por rústicas escaleras de madera y a 12 km aproximadamente llegamos a la mitad
de la ruta, que coincide con el llamado puente de los Siete Ojos.
Solo
en época de muchas lluvias podemos ver el agua discurriendo por debajo del
puente y serán los ríos subterráneos que se forman por la permeabilidad del
suelo calizo, los que veamos discurriendo por el cauce del río.
Ahora
este cauce seco es el lugar elegido por
varios senderistas para hacer un descanso y sentarse a comer. Otros eligen el
merendero acondicionado con mesas y bancos de piedra junto a una fuente.
Después
del descanso continuamos por el segundo tramo del cañón. Vamos serpenteando por
él y cruzándolo para llegar, entre bellos parajes, a otra zona de reserva llamada
Castillo Billido.
Seguimos viendo las caprichosas formas de las grandes paredes calizas con sus colores grises y anaranjados y grutas y cuevas en su interior a las que está prohibido acceder sin permiso.
Aquí los buitres leonados tienen mayor presencia y algunos revolotean sobre nuestras cabezas, mientras otros permaneces posados en fila sobre la sima de estas formas acantiladas o en alguna rama naciente. No son las únicas aves rapaces pues comparten hábitat con halcones y otras clases de buitres, así como con aves rapaces nocturnas.
A lo bonito del lugar hay que añadir lo divertido que resulta cruzar el río sucesivas veces. Los pontones habilitados para ello, aunque facilitan la labor, no impiden el tener que saltar e ingeniárselas para no mojarse. Algunas veces lo conseguíamos y otras terminábamos llenos de agua.
Había quién no quería que el azar escogiese que parte de su anatomía mojar y preferíó descalzarse y remangarse para
vadear el río. Lo cierto es que son muchas las veces que se cruza el río y cada
cual más divertida.
Pasamos por una zona interesante: El colmenar de los Frailes. Aquí vemos antiguas colmenas hechas con troncos de árboles huecos que se han vaciado dejando solamente la corteza. Las dejaban sobre los resaltes de las rocas para la recogida de la miel. Viéndolas pienso que el moderno diseño de las nuevas colmenas ha cambiado la estética por la funcionalidad. Me gusta bastante más, ver una fila de troncos que una fila de cajas, algunas de color bastante cantoso, por cierto.
Llegando casi al final del cañón, en un meandro del río y ya en localidad soriana, se encuentra la ermita de San Bartolomé, antes dedicada a San Juan de Otero. Fue construida en el siglo XIII y se vincula a la Orden de los Caballeros del Temple que eligieron este hermoso y misterioso enclave para establecerse.
No
pudimos entrar al interior de la ermita
templaria así es que nos limitamos a ver detalles de su exterior que algunas
fuentes relacionan con el mundo esotérico y templario:
- Los óculos formados por estrellas invertidas de cinco puntas que están entrecruzados por cinco corazones y enmarcados por un círculo.
- La bonita arcada con arquivoltas de su fachada
- Los canecillos y los motivos geométricos y figurativos.
Junto
a esta ermita se encuentran Las Cuevas de San Bartolomé. En la entrada hay unos
carteles indicativos que nos dicen que hay pinturas rupestres en ellas pero
nosotros no las vimos.
Desde
el balconcillo, situado encima de la ermita, se obtiene una buena visión del principio del cañón y de la ermita con las paredes de la cueva al fondo. Aquí se asentaron en pequeñas cabañas, los
hombres de la Edad de Bronce que dejaron grabados y pinturas en las cuevas de
los alrededores.
Con la
imagen de la ermita y los olmos muertos a sus pies sobre el fondo de paredes
verticales, cruzamos por última vez el río por una pasarela de madera hasta
llegar al aparcamiento de este otro lado del cañón donde nos estaba esperando
el autobús.
Si quieres descargarte la ruta pincha aquí
Genial aventura! Gracias por compartirla. Saludos =)
ResponderEliminarHe estado dos veces allí y estoy segura de que volveré. Me parece un lugar con un paisaje increible y una historia fascinante. Preciosa entrada.
ResponderEliminarBesos
Qué curioso el chozo resinero... muy bonitas las fotos! Un saludo,
ResponderEliminarCristina.
Bonita ruta y preciosas fotografías que animan a conocer el lugar. Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos.
Esta me parece ser la mejor ruta que nos has mostrado. Tiene de todo - agua, cuevas, bosque y hasta una ermita. Como me gustaría recorrerla. Voy a tener que ir con ustedes en mi proxima visita. Siempre lo he dicho - España es un país para caminar.
ResponderEliminarYo tenía muchas ganas de conocer esta ruta y no sabía nada de ella, así es que la sorpresa fue mayor. Disfruté mucho de ella y además, a pesar de los kilómetros que tiene, es muy sencilla de realizar porque no tiene pendientes.
ResponderEliminarEduardo, si coincidimos... ¿por qué no? Hay tantos sitios estupendos para caminar!
Muchas gracias a todos por pasaros por aquí y dejar los comentarios..
Qué ruta más chula! No la conocía!! lo que más me ha llamado la atención es lo de la ermita de San Bartolomé y su historia de por qué está en ese sitio!! Por cierto, preciosas fotos!!
ResponderEliminarSaludos
Gracias por el comentario M. Cruz! El entorno de la da cueva y la ermita es muy bonito. Ya solamente basta eso para establecerse pero si encima posee ciertos magnetismos, pues es cuanto menos intrigante.
Eliminar