Florencia (segunda parte)

Día 8

Finalmente hemos podido subir a la cúpula de BrunelleschiAbrían a las nueve y a las nueve y media estábamos allí y no había nada de cola. Estaba toda en el Duomo



El subir por la escalera, de 436 escalones, que discurre entre los dos muros es toda una experiencia pues se va viendo la audacia constructiva y las dimensiones de esta obra arquitectónica que es uno de los emblemas de Florencia. Su tamaño solo fue superado 150 años más tarde por la Cúpula de San Pedro, de Miguel Angel.




 frescos de la cúpula de Giorgio Vasari y Federico Zuccari


Desde arriba, se obtiene una vista de toda Florencia. Hemos coincidido en todo lo alto con la familia vecina pero las visitas programadas para este día son distintas y hemos quedado para tomarnos unas cervezas a la vuelta, en el área.





De aquí nos fuimos a ver la iglesia de San Lorenzo, una de las más 
antiguas de Florencia, para visitar los famosos púlpitos que Donatello le esculpió: el de la Resurrección y el de la Pasión.  En el interior de la iglesia se encuentra una de las obras más importantes de Filipo Lippi, La AnunciaciónCon la entrada se visita la Sacristía Vieja, ejemplo claro de las construcciones de Brunellesqui, en el que todos los detalles guardan una proporción en relación al conjunto.

Para ver la Capilla de los Príncipes y la Sacristía Nueva hay que salir y comprar otro ticket en la parte opuesta. Las obras de arte que se exhiben aquí son los dos sepulcros que Miguel Angel hizo en mármol para Lorenzo y Giuliano de Médicis, pregunta de examen en todos los estudios de Historia del Arte. No pudimos hacer fotografías en todo el complejo. No porque no quisiéramos, claro.



Nos acercamos al Museo de la Academia y la cola era exageradísima. Con tantas cosas para ver no queríamos perder tiempo. Nos fuimos de allí, con la esperanza de que se aligerara un poco, a ver el Convento de San Marcos, una de las cosas que más me ha gustado y que aconsejo ver. Los dominicos le encargaron a Fray Angélico la decoración de las celdas y de los pasillos con una serie de frescos.




 Pasear por el interior del convento y entrar y salir de las celdas hace que se ponga en marcha la imaginación. Te hace pensar en el mundo de la clausura e inventar infinidad de historias. Cada celda tiene una ventanita al claustro y un fresco. El tema más representado es el de la Crucifixión de Cristo. También se encuentra aquí la celda de Savonarola, antes de la “Hoguera de las vanidades” y un cuadro donde se muestra su ejecución en la Plaza de la Signoria.
                                              




El Claustro también está decorado con frescos y en el refectorio pintó Guirlandaio el fresco de la Ultima Cena en el que hay que observar con detalle las miradas, gestos y posición de cada uno de los apóstoles. Por desgracia, era difícil poder hacer fotografías, a excepción del claustro.




En este convento se podía comprar las entradas anticipadas de la Academia, con el mismo recargo de 4 euros. Nos aconsejaron no hacerlo porque a partir de las tres la cola disminuía pero fue todo lo contrario, había aumentado. Me puse un rato en la cola con un calor exageradísimo a pleno sol. La gente se tapaba la cabeza con cartones que cogía de la calle y no paraba de consumir botellas de agua. A la  media hora me fui a buscar a Jesús que estaba por la Plaza del Duomo. Era increíble el calor que hacía.




Nos fuimos hasta Santa Maria de Nouvella con su bonita fachada también en mármol blanco y verde oscuro. En su interior se encuentra el fresco de La Trinidad de Massacio, otra pregunta de examen por su innovador uso de la perspectiva. Las diferentes capillas son impresionantes de bonitas con frescos de Guirlandaio y Filipo Lipi en los que merece la pena detenerse y mirar los detalles. No tenemos ninguna foto, porque también aquí, la vigilancia era excesiva. El claustro estaba cerrado al público.








Estábamos al lado de la estación y de una oficina de turismo a la que nos dirigimos para pedir información sobre el recorrido de los distintos autobuses. Cogimos el número 12, que después de un largo recorrido, nos dejó en la Plaza Michelángelo del Monte Fiorentino al otro lado del Arno.





 Desde aquí se obtiene una de las mejores vistas de la ciudad.
Hemos subido a ver San Miniato al Monte donde supuestamente fue martirizado y enterrado San Miniato, que según la leyenda, después de ser decapitado, cogió su cabeza y se subió a lo alto del monte.



La fachada, al igual que en  Santa Maria Nouvella,  destaca por su policromía.  El interior es una preciosidad, con frescos en las naves laterales y en el suelo planchas e  incrustaciones formando estupendos entramados geométricos (cosmeti)






Cansados  de caminar todo el día, volvimos a coger el mismo autobús para volver
a la estación y de aquí a la auto. En la estación coincidimos nuevamente con nuestros vecinos sevillanos y nos enteramos de que al día siguiente había huelga y los autobuses estarían con los servicios mínimos. Esto nos hizo replantearnos las visitas previstas que teníamos para el día siguiente.

Al llegar al área, entramos en la panadería que hay al lado y donde se compran los tickets del autobús. Cargamos con cervezas de no me acuerdo que marca, pero que son de tres cuartos de litro y estaban buenísimas. Bueno, más que una panadería es una especie de ultramarinos donde también venden comida para llevar y el personal es gente muy enrollada. También lo es el recepcionista del área que nada más vernos nos dice con una sonrisa de oreja a oreja: “¡Grande España!”. Ya, ayer, me felicitó con dos sonoros besos.


La 1ª parte de mi visita a Florencia, en el siguiente enlace:

Florencia (primera parte)

Si quieres continuar el viaje por La Toscana, pincha en el siguiente enlace que te lleva a  San Gimignano





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