Mirepoix no se suele incluir en el recorrido de los
pueblos cátaros, y sin embargo es un exponente de esas ciudades nacidas en el
Sur de Francia en la Edad Media llamadas
“bastidas”. Sabíamos de su existencia porque dispone de
un área de autocaravanas a la que nos dirigíamos después de ver Foix.
Está situada muy cerca de Montségur, en pleno centro del país cátaro. Cuando íbamos de camino nos encontramos con el cartel indicador de una iglesia rupestre en Vals . Decidimos acercarnos a verla y no nos defraudó.
La Iglesia Rupestre de Vals o de Santa María está situada por encima del rio Hers sobre una
primitiva nave del siglo X. Se accede a ella a través de una escalera tallada
en una falla natural de la roca, totalmente a oscuras salvo con la iluminación
a través de un interruptor.
Ya dentro vemos que está constituida por dos naves superpuestas. En el ábside tiene frescos del siglo XI representando escenas de la vida de Jesús, cuyos personajes nos recuerdan el estilo bizantino, y desde la parte superior se accede a una terraza con vista a la campiña y a los pirineos de Ariège.
Desde aquí se aprecia muy bien, en la torre utilizada como vigilancia en la Guerra de los Cien Años, una estela románica.
Abandonando después este pequeño pueblo, que no llega al centenar de habitantes, nos dirigimos a Mirepoix. No imaginábamos, aún sabiendo que era una ciudad medieval, que nos íbamos a encontrar un sitio tan auténtico, tan enclavado en su antigua historia. La construcción de sus casas nos recuerda a las de los pueblos de la sierra salmantina, salvo por el colorido de sus casas.
Esta
bella ciudad fue edificada en el siglo XI en la orilla derecha del rio Hers y al pié del antiguo castillo
feudal Terride, ahora privado, donde
en 1206 tuvo lugar la gran reunión de los Cátaros y en 1209 fue conquistada por
Simón de Monfort en su cruzada contra éstos. Ochenta años después quedó arrasada por la inundación que se produjo al romperse la presa de
Puivert.
Después de la cruzada fue nombrado Señor de Mirepoix Guy de Lèvis quien mandó construir de nuevo la ciudad, pero esta vez en la otra orilla y siguiendo los cánones de las “bastidas” o “villes nouveles” del siglo XIII y XIV, con una plaza céntrica de soportales y calles cruzándose perpendicularmente.
Después de la cruzada fue nombrado Señor de Mirepoix Guy de Lèvis quien mandó construir de nuevo la ciudad, pero esta vez en la otra orilla y siguiendo los cánones de las “bastidas” o “villes nouveles” del siglo XIII y XIV, con una plaza céntrica de soportales y calles cruzándose perpendicularmente.
Mirepoix también tuvo que soportar la
Guerra de los Cien Años, pasando después a ser un centro pañero importante ( el
paño se utilizaba como intercambio comercial en el siglo XIV). Las guerras de
religión y la peste arruinaron después esta actividad.
La autocaravana la dejamos aparcada en el
área (Longitude:
1.87591016 Latitude: 43.08543499). Es tranquila y
gratuita aunque supongo que ruidosa para dormir por estar al lado de la
carretera. Como está muy céntrica nos colocamos enseguida en el casco histórico.
Entramos por una calle directamente a la plaza donde se encontraba la gótica catedral de San Mauricio. Las preciosas casas medievales que nos encontramos aquí eran ya el anticipo de las que nos encontraríamos en la hermosa y gran plaza central. Aprovechando que la catedral estaba abierta entramos para ver el interior.
Está formada por una sola nave de 22m de longitud y franqueada por capillas situadas en los contrafuertes interiores, según el gótico del Mediodía francés. El rango de catedral se le otorgó en el siglo XIV e hicieron falta cinco siglos para terminarla y verla en su actual estado.
Las fotografías que saqué no le hacen justicia a las vidrieras ni a su interior.
En dirección a la plaza central o Place des Couverts, entre estas bonitas casas que como digo, dan la sensación de estar en plena Edad Media, nos encontramos el Mercado Munincipal, una bella estructura abierta de hierro muy semejante a la de Foix .
Al entrar en la plaza y aumentando aún más la sensación de tiempo pasado, una gran bandada de pájaros situados en un tejado, alzaron el vuelo en una impresionante estampa, para irse a posar de nuevo, en el tejado de enfrente.
Es indescriptible la sensación que uno siente ante estas casas de adobe pintadas
con variados colores en tonos suaves y con entramados,
vigas y soportales de madera (siglos XIII- XV)
Una de ellas, la Casa de los
Cónsules (siglo XV) tiene los travesaños de madera decorados con más de
cien esculturas talladas entre cabezas y personajes característicos de la
imaginería medieval. Antiguamente fue sede del poder judicial.
El Ayuntamiento también se
encuentra formando parte de este conjunto y bajo el porche se encuentra la oficina
de turismo, en la que nos dan unos planos e indicaciones de los alrededores que
incluyen una visita a Camon.
Bajo los soportales se sitúa la actividad comercial: bares, restaurantes
y tiendas variadas en las que podemos encontrar entre otras cosas, comestibles,
regalos o libros. De esta actividad no parecen formar parte el grupo de
ancianos sentados en el banco de la fotografía.
Cogiendo la calle que sale de una de las esquinas de la plaza, precisamente en la que el folleto sitúa el dibujo del medidor de grano que no vimos, pasamos ante una librería con mostradores en la calle exponiendo viejas revistas con protagonistas de los años 50 en sus portadas.
Esta calle nos conduce a la puerta medieval
de la antigua muralla: la Porte d’Aval, del siglo XIII y en perfecto estado de
conservación.
Volviendo a la plaza recorrimos por dentro y por fuera de nuevo los
soportales y calles adyacentes, para ir después a coger la autocaravana en busca de Camon.
Camon se encuentra a 13 kilómetros de Mirepoix por la carretera D 17 en la que se encuentra las ruinas del castillo cátaro de Lagarde La carretera que conduce hasta él cruza todo el pueblo y nosotros aparcamos a la salida.
Camon se formó alrededor de una Abadía Benedictina del siglo
X. Los primeros habitantes bajo su protección cultivaron los terrenos
cedidos por los monjes para cobrar las tasas. Al igual que la mayoría de los
pueblos del río Hers, quedó destruido en
1279 con la inundación producida por la
rotura de la presa de Puyvert y reconstruido formando un
recinto almenado, según los modelos de fortaleza de la época. Al final del
siglo XV, Camon estaba en ruinas pero el Obispo de Mirepoix, Felipe de Levis
edificó las murallas y los siguientes priores completaron la fortaleza. Se le
conoce como “el pequeño Carcassone”.
También se le conoce como el "pueblo de las
Cien Rosas". Cada tercer domingo de Mayo celebran la Fiesta de las Rosas, y en diciembre no pudimos disfrutar de la floración de sus más de 200 rosales trepadores repartidos por sus paredes. Este amor por las rosas le viene de los tiempos en que cultivaban
viñas. Para saber cuándo la plantación iba a coger alguna enfermedad, colocaban al final de cada hilera un rosal porque estos
reaccionaban antes a las plagas que las viñas.
Desde la carretera nos acercamos a la abadía-castillo. Recorrimos todo el paseo de las murallas, penetrando en el interior del recinto y descubriendo el encanto de sus calles empedradas y casas. Lo abandonamos cruzando la bonita Puerta del Reloj.
Teníamos algo de prisa porque queríamos
llegar a dormir a Carcassone y nos quedamos sin ver la iglesia del siglo XVI. La Oficina de Turismo estaba ya cerrada y
tampoco pudimos ver el recorrido que organiza, testimonio del pasado vinícola
del pueblo en el que se pueden ver las antiguas cabañas de piedra seca, donde se
guardaban las herramientas agrícolas y productoras de vino y los acueductos y
terrazas construidas para ello.
Desde luego me ha encantado conocer este pueblo, de tu mano, las imagenes que muestras invita a conocerlo
ResponderEliminarPrecioso lugar!!! Que buen recorrido hicísteis.
ResponderEliminarLa armonía en el color de las viviendas y la arquitectura te trasladan a otros tiempos.
Saludos desde EL TERRAO.
¡Holaaa soy Piluca de 40ytantas! por fin te he leído con tranquilidad y te he encontrado en twitter. Las fotografías son estupendas. Lo explicas de una manera que dan ganas de ir. Besooos y encantadas. http://40ytantas.blogspot.com
ResponderEliminarGracias a vosotras por pasaros por aquí.
ResponderEliminarEstuvimos pocos días pero volveremos porque queremos ver más pueblos y castillos cátaros.
Me alegro que os hayan gustado.
Un recorrido precioso con unos lugares sorprendentes. Mirepoix me recuerda un poco a Rieux-Volvestre, cercano a Tolouse, aunque éste es más pequeño, pero la estructura de las casas, el mercado y ese aire de detenido en el tiempo, es similar. Francia tiene lugares sorprendentes, como dicen otros comentaristas, dan ganas de ir a visitarlo todo. Muchos saludos.
ResponderEliminarHola. No conozco Rieux- Volvestre pero coincido contigo en lo de Francia. A nosotros nos gusta mucho. Solo conduciendo por sus carretera, ya disfrutas viendo lo cuidado que tienen todo. Para nosotros ademas, tiene el aliciente de tener muchas áreas de autocaravanas. Cuidan mucho este tipo de turismo y nos facilitan la estancia allí, lo contrario de lo que ocurre en muchos sitios de aquí.
EliminarGracias por dejar tu comentario y saludos!
Me encanta Francia, este verano quiero volver. Pero sólo para pasar unos días en los Alpes. Este sitio no lo conocía, y es una preciosidad.
ResponderEliminarNosotros tenemos que terminar la ruta cátara que iniciamos pero no sabemos cuándo. Los que viven cerca de la frontera tienen suerte. Yo me iría todos los fines de semana aunque no me quejo, que nosotros tenemos Portugal al lado y nos gusta mucho.
EliminarGracias y muchos saludos!